Sin más demora, montamos las bicicletas, colocamos las alforjas y nos echamos a la carretera dirección a los montes Apuseni.
Ciclamos ahora por un terreno ondulado salpicado de pequeñas colinas y con una sosegada vida rural. De esta manera, nos acercamos a Cartisoara, a los pies de la mítica carretera Transfagarasan.
Un largo túnel atraviesa la montaña en la zona más alta y tras cruzarlo tenemos por delante un largo y vertiginoso descenso. A mitad de éste, al llegar a la altura del lago Vidraru la carretera se bifurca. Unos metros antes me paro a quitarme el cortavientos. Cuando llego al cruce mis compañeros no están. Estoy seguro que han continuado por el asfalto...
- ¿Qué hago?
- Continuo por asfalto acompañado del denso tráfico del finde semana, o me meto por la solitaria pista que bordea el lago por su margen derecha y por donde unos meses antes, Jon tuvo un inesperado encuentro con un oso???
Con la esperanza del cruzarme con algún despistado plantígrado, tomo la variante sin asfalto y disfruto durante una veintena de kilómetros de un solitario camino atravesando densos hayedos. Disfruto avistando decenas de boletus, pero ni rastro de animales salvajes.
Mi sorpresa al juntarme de nuevo con el asfalto y con mis compañeros de viaje, es que éstos sí han podido deleitarse, no con la presencia de un oso, sino con una numerosa familia de éstos.
De nuevo rodamos por un tranquilo e impresionante entorno.
De esta manera llegamos a Zarnesti, lugar que elegimos como campamento base para hacer algunas excursiones por los alrededores.
En bicicleta nos acercamos a Bran y su famosos castillo supuestamente habitado en tiempos por el personaje más famoso de Transilvania.
También aprovechamos la proximidad al parque nacional Piatra Craiului para adentrarnos caminando a su salvaje entorno.
Desde Zarnesti también tomamos un tren que nos acerque a Brasov, evitando entrar en bicicleta a esta ciudad.
Desde Brasov aprovechamos también para hacer alguna excursión como a la iglesia fortificada de Harman, o a la localidad de Rasnov y su deshabitada ciudadela.
Abandonamos la cordillera de los Cárpatos y por una ondulante carretera nos dirigimos hacia Cluj. Pero antes, por el camino visitaremos algunos atractivos turísticos como la ermita rupícola de Sinca Veche o algunas de las muchas iglesias fortificadas de este antiguo territorio sajón.
Parada obligatoria es también la ciudad de Fagarás y su preciosa ciudadela.
Mención aparte merece el casco histórico de la ciudad de Sighisoara. Donde disfrutaremos recorriendo sus empedradas calles y sus coloridos edificios.
En Turda, a apenas una jornada de pedaleo del final de la ruta, nos acercamos a unas antiguas minas de sal, convertidas ahora en parque temático en las entrañas de la tierra.